Souvenir de Mala entraña
por Francisco Andrade
Pérez Sánchez, Luis Felipe. (2022). Mala entraña. Ediciones La Rana Guanajuato.

“Lleve su recuerdito”, resuena el eco que se dilata como onda inalcanzable por los principales corredores turísticos del país. No se ve, pero nos envuelve hasta desaparecer, integrándose al murmullo del mar, costa a costa. Pronuncian la palabra con fuerza pero en diminutivo, como si la inferencia en su tamaño reculara en el precio, su facilidad para transportarlo y, sobre todo, la viabilidad para hacerse de varios. ¿Qué venden estas personas? Algo significativo: la posibilidad de demostrar que pensamos en alguien. Los recuerditos son la fehaciente evidencia de que mientras la pasamos bien somos capaces de evocar a otros, extrañarlos.
El gremio del vendedor de recuerdos es extenso. El acento muta y delata su origen. Las materias típicas del lugar nos hablan de su ingenio para convertir cualquier cosa en producto. A través de estos vendedores, la protagonista de la novela Mala entraña cae en cuenta del vasto territorio que comprende el país; más allá de eso, comprende que por más distancia que ponga entre ella y su madre, la voz de esta última seguirá al acecho.
Mala entraña marca el debut en el género novela del escritor Luis Felipe Pérez. En esta ocasión, el oriundo de Irapuato se decanta por la multiplicidad: vidas que orbitan como satélites y circundan la vida de la protagonista.
“Creo que lo puedo todo. Parece que mi orgullo me hizo anhelar tanto como si un anhelo fuera un derecho, y un anhelo no podía estar equivocado.”
Desde el inicio, la novela se precipita hacia un momento decisivo en la vida de su protagonista. Estamos ante la puerta de la desgracia, y la mano de Chiwoj sostiene la perilla. Frente al desconcierto, no le queda más opción que vivir del pasado, hacer un tajo en el presente y fugarse, aunque sea por un instante. Escarba en la memoria, como cuando revisamos esa vieja caja de zapatos donde guardamos lo importante.
“Entendí, como cualquiera entiende las cosas, a la mala”, reniega la protagonista, cuyo único gozo es rescatar del desamparo la dicha de poder contar su historia; como si rememorar la hiciera sentirse un poco dueña de la situación y no víctima de las circunstancias.
Luis Felipe nos presenta un examen de conciencia cercano al de Molly Bloom de Joyce. Un balance de cuentas con la esperanza de que lo bueno del karma le alcance para salir avante. Conozcamos, pues, a los destinatarios y remitentes de nuestra protagonista. La búsqueda de quien pretende identificar el punto de no retorno, el tiro de dados que selló su suerte. “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”, escribió Borges. Sin embargo, Mala entraña despierta la sospecha de que muchos llegamos tarde a la cita con el destino. De ser así, la condena es mirar cómo este, cansado de esperar, se va de la mano de alguien más.
“Nadie escarmienta en cabeza ajena”, ni siquiera en la de la madre, añadiría Chiwoj, apodo con el que llaman a la protagonista y que, en maya, su lengua materna, se usa para designar a las tarántulas. Como esos arácnidos colosales, la chica ejerce en su entorno una suerte de fascinación y maravilla peligrosa. Ella misma siente atracción por el riesgo, no por convicción, sino por designio. El lenguaje la ha marcado desde pequeña, pugna sobre ella. No solo es el apodo que le acuñaron desde niña, sino las palabras de su madre que la acechan como voz interna por todas las ciudades en donde se refugia. Chiwoj vive en dualidad, al igual que los significados de su apodo.
Esta mujer se empeña en fraguar su destino, salir adelante por mérito propio para demostrarle a las personas de su pasado que es capaz de triunfar y tener una vida extraordinaria. Sin embargo, al seguir sus impulsos recorre un sendero que le resulta conocido: “Una lo que hace es acercarse al destino con la ingenuidad del personaje de una tragedia.”
Mala entraña es un descenso en espiral hacia un destino edípico, digresión al universo de la madre. Seguimos la caída de una figura en apariencia central: la hija que intenta huir de la influencia de su madre. La chica se va, huye, pero la distancia no implica una verdadera separación. La psique de la protagonista gira en torno a la influencia de su progenitora.
Con guiños a la narrativa de José Emilio Pacheco, quien supo retratar ese México que fue, un país que ya no existe y que habita solo en la nostalgia de quienes crecieron en él. El paisaje de esta novela se desenvuelve como un personaje más, uno que crece a la par de la protagonista, cambia, se transforma y muestra la complejidad de este territorio tan dispar, pero en el cual existe la posibilidad de dar a luz a un milagro hasta en los lugares más inhóspitos, como una sucursal de banco.
Como en el vecindario, ninguno de los personajes que moran estas líneas se salva del escarnio, del prejuicio de la mirada materna que siempre evalúa. Esa voz en off que nos persigue a todos. El pretencioso juicio de las buenas costumbres que dormita en la conciencia y aflora ante el más leve gesto de felicidad o autenticidad. Nadie se salva del ojo de este juez imparcial, ni los hombres, mucho menos los personajes femeninos que exploran sus ideas de ser mujer. “Una vez que se descubre la manera de herir con las palabras se convierte en una tentación a la que no se opone resistencia.” Ni ella misma se salva del examen de su juicio, de sus palabras.
Contrario a las historias clásicas donde todos terminan felices por siempre, Mala entraña coquetea con las grandes tragedias. Nos invita a vivir en el pasado. El hubiera, ese canal sin control remoto donde la vida que pudo ser se repite una y otra vez. En medio de esta negación como limbo y la recreación como consuelo, la protagonista busca con desesperación el momento que cambió todo: estamos frente a un rompecabezas, piezas sueltas, fragmentos o anécdotas con los cuales se arma la figura de Chiwoj. Su testimonio nos dice, a veces entre líneas, quién es. La conoceremos a través de la repercusión de sus actos, los seres que toca o la transforman, como el primer amor, sus amantes ocasionales o los novios a quienes traiciona o la traicionan.
La presencia de las figuras femeninas es indispensable. A pesar de parecer independientes, todas estas subtramas aluden a una misma historia, sirven como satélites que reflejan la luz de la madre. Si en la literatura un libro son todos los libros, en Mala entraña la historia de una mujer es la historia de todas las mujeres que aquí aparecen. Se abre la incógnita de si Chiwoj será capaz de romper el círculo de esclavitud, el vínculo que la mantiene presa.
Mala entraña: naufragio que comprueba que los vivos podemos ser perseguidos por fantasmas. Porque al final uno vive contra las historias que lo han marcado. Anagnórisis de algo que se nos advirtió todo el tiempo: “Solemos tomar decisiones así, por afuera, por lo que hacen en nuestras entrañas hechos que no controlamos ni presenciamos como protagonistas.”
Mala entraña examina ese recuerdito que uno no compra, pero que igual termina cargando. Un souvenir que no se exhibe, que se guarda adentro y que, a fuerza de insistir, termina modelando lo que somos. Tal vez por eso, lo que más duele no es lo que heredamos, sino lo que no pudimos dejar atrás.

Francisco Andrade. (Celaya, Guanajuato. 1991). Escritor, traficante de sueños y estudiante de la Licenciatura en Letras Españolas. Ganador de los Premios de Literatura León 2022 con el cuento: Después de esta noche nada será igual. Ganador de los Premios Literarios Celaya 2025 en la categoría de cuento. Ganador de la beca “Voz viva” para la residencia de escritura "Under the volcano” en 2023. Becario PECDA en la disciplina de Literatura en 2023. Segundo Lugar del Premio Estatal Victoriano Rodriguez en la categoría de cuento (2023). Co-autor de los libros: Cuentos para romper espejos (Ediciones Periféricas, 2019), Cuentos para romper espejos Volumen II (Ediciones Periféricas, 2023), Gracias por escuchar (Resonancia Magazine, 2019) y Haciendas y mezcales de Guanajuato (Vasconselos, 2023). Conduce junto a sus amigos el programa de radio "El vuelo de las letras”.

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